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Problemas psicológicos más comunes y cómo los tratamos

 

Aquí pongo una serie de dificultades comunes por las que se suele demandar ayuda terapéutica, y cómo suele ser la forma en que las encaramos.

 

ANSIEDAD:

 

La ansiedad, cuando es muy común y/o de gran intensidad, es un síntoma de que algo no va bien, como es natural. Pero este “no ir bien” puede tener muchos apellidos: desde un simple “no saber relajarse” y una falta inteligencia emocional, hasta una severa falta de autoestima o problemas de relación o incluso un desorden más grave. Por ese motivo, hay que sondear las posibles causas de este malestar e ir probando, con la navaja de Ockham, que dice que lo primero a probar ha de ser lo más sencillo. Vamos probando métodos a la vez que profundizamos en las causa.

En las sesiones vamos reflexionando y buceando conjuntamente. Aprendiendo nuevos métodos que se han de insertar en unas más adaptadas formas de ver nuestros conflictos y a nosotros mismos. Nos vamos dando cuenta de la procedencia y, sobre todo, lo que ha de cambiar para ir estando cada día menos ansiosos y más serenos y felices, mejorando nuestras relaciones, ya que como dice aquella frase “donde hay ansiedad no hay amor”.

 

TRISTEZA / DEPRESIÓN

 

Este problema es una gran epidemia hoy en día. Millones de personas en el mundo viven con un estado importante de tristeza, distimia o depresión; la inmensa mayoría en los “países avanzados”, y gran parte de ellos medicados con el conocido Prozac o sucedáneos.

Pero esta cruenta dificultad es muy susceptible de mejora, como se ha comprobado, con tratamiento psicoterapéutico. Se sabe que los nocivos patrones emocionales, bien heredados de la infancia, bien adquiridos ante diferentes traumas o estrés intenso, son un factor de primera importancia en el surgimiento y mantenimiento de este desorden.

Un modo de vida poco sano, relaciones poco satisfactorias y sobre todo una falta de un sólido e inteligente proyecto vital, como pone de manifiesto la llamada “logoterapia” del psicólogo austríaco Víktor Frankl, son factores determinantes en el desarrollo de esta dificultad.

Desde un importante punto de apoyo (“dadme un punto de apoyo y moveré el mundo.” Arquímedes), podemos ir, paso a paso, cambiando desesperación por esperanza y la tristeza constante por una mayor estabilidad emocional y salir del pozo terrible de la tristeza institucionalizada.

 

DESORIENTACIÓN PERSONAL / FALTA DE PROYECTO VITAL

 

Es este un periodo bastante convulso, lleno de impresionantes cambios, donde parece que la religión oficial declina su poder, pero no es sustituida por alguna guía, que, errónea o acertadamente, nos diga qué “narices” podemos o debemos hacer con esta libertad que, en el fondo, tanto nos gusta pero tanto miedo nos da.

Es un periodo de desorientación y no es muy complicado darse cuenta de ello. El papel del psicólogo, desde luego, no es sustituir al cura ni al profeta, tampoco al maestro espiritual ni al moralista. Pero sí el de ayudar, según su notable conocimiento y experiencia, a reflexionar conjuntamente con el cliente para permitir que éste vaya perdiendo el miedo a tomar las riendas de su vida (o al menos de darse cuenta de este miedo), y que, día a día, se vaya haciendo más protagonista de la misma. Para ello ha de empezar por plantearse sus dificultades y el tipo de vida que quiere vivir. Para implementar luego los cambios habrá que sortear dificultades y resistencias e ir  educando  su voluntad. Todo un reto, pero un cambio que puede ser extraordinariamente positivo.

 

MAL CARÁCTER / FALTA DE CONTROL EMOCIONAL

 

Otro mal muy típico del ser humano de nuestra época. El mal carácter suele ser un buen pronosticador de los problemas de relación. El importante estrés presente y la nula importancia que culturalmente se concede a mejorar en estos campos (lo  importante, ya se sabe, es prosperar económicamente), hacen este problema muy generalizado.
La incapacidad de parar esa “maquina diabólica” que es a veces nuestro pensamiento descontrolado, la poca destreza para controlar esos impulsos o estallidos emocionales o la torpeza a la hora de gestionar nuestras propias emociones, sobre todo las negativas, entraría dentro de estas dificultades de control emocional.
Mejorar en ello es más que factible siempre que, como en cualquier otro desorden, estemos dispuestos a invertir tiempo y esfuerzo. 
Reconocer nuestras dificultades y el daño que nos hacen a nosotros y a los demás, reflexionar sobre el tipo de vida que nos fomenta esa forma de ser y utilizar las numerosas técnicas que van mejorando esa forma de vivir y por extensión, esa forma de estar en el mundo y de relacionarnos.

 

AUTOESTIMA / ASERTIVIDAD

 

La autoestima es la piedra sobre la que se apoya todo el edificio de nuestra personalidad. Si está temblando, todo nuestro ser lo estará. Su importancia es de primer orden.

La asertividad está muy relacionada con esta autoestima y se refiere a la capacidad de defender nuestros derechos de una forma civilizada y respetuosa, e incluso amablemente, sin agresión y con firmeza. Aprender a ser asertivo es ganar un tesoro, aprender a relacionarse sanamente. Mientras que quien tiene un acusado estilo pasivo (dejándose abusar) o agresivo (haciendo daño), socava sus relaciones sociales y por extensión su autoestima.

Para ganar en autoestima es importante la aceptación personal, dejar de compararse continuamente con los modelos sociales que el marketing nos mete hasta en la sopa, y, desde esa aceptación, ir construyendo un auto-apoyo que nos permita dejar de ser, como en muchas ocasiones, nuestro peor crítico y nuestro peor enemigo.

 

PROBLEMAS DE PAREJA

 

A la orden del día, igualmente, están las dificultades para tener y/o mantener una relación de pareja sana y satisfactoria. El estrés excesivo, la escasa importancia dada a cuidar y hacer crecer la relación, la extendida desorientación personal, el fácil acceso que Internet permite a conocer gente (potenciales nuevas parejas), la falta de proyectos comunes sensatos y sólidos (más allá de simplemente tener hijos) son factores que están detrás de muchas de estas dificultades. 
Los estudios hablan de que la relación de pareja es algo extraordinario o terrible: extraordinario, predictor de salud y felicidad, cuando ésta es madura y positiva. Terrible, predictor de conflicto y malestar cuando es tormentosa. Este tema, por tanto, es de una importancia decisiva.

Para avanzar como pareja no es imprescindible, como se suele decir, que “ambas partes estén decididas a hacerlo”. Esta idea obvia la importante idea que expresa la frase “si algo cambia, cambia todo lo que le rodea”. Si una parte de la pareja cambia suficientemente, toda la relación cambia; se deja de estar en ese “stand by” tan nocivo y se comienza a ir a alguna parte.

 

TRASTORNOS MÁS GRAVES: PERSONALIDAD, ALIMENTACIÓN, PSICOSIS, ETC.

 

En los trastornos más graves, que a veces sencillamente son simplemente más crónicos, el psicólogo también tiene mucho que decir. A veces, claro está, es preciso el trabajo conjunto de médicos psiquiatras y de la psicoterapia.
Muchos estudios afirman claramente lo mucho que estos clientes pueden beneficiarse de esta terapia, si bien, suelen ser normalmente los que menos ayuda piden. En este caso es importante que los familiares, viendo su dura situación, le convenzan de tener una primera sesión sin mayor compromiso. En numerosas ocasiones, tras esta primera sesión llena de empatía y aceptación incondicional, logramos establecer una relación terapéutica esencial para poder seguir trabajando.
En estos casos, obviamente, el trabajo se plantea a medio/largo plazo y los avances son menos visibles, pero suelen ser muy positivos.

 

Jose Bravo

Psicólogo colegiado (M-23477), Monitor de Yoga, Pilates y Chi Kung

 

 

 

 

 

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