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Decálogo para ser un buen zombi

 

Ilustración zombis con móvil


Yo digo que, de la misma forma que la Alemacia nazi, con su locura brutal, creaba vergudos psicópatas, fomentando lo peor de cada persona, y al igual que la marcial Esparta creaba guerreros, (nasíos pa matar), la cultura occidental de hoy en día está destinada a crear Zombis.


Hoy por hoy parece complicado no dejarse llevar por la corriente zombificadora, que, si bien de una u otra forma estuvo siempre presente, representa en este momento histórico una arrasadora fuerza que puede con todo y con todos y que nos lleva a ser esos zombis de manual, seres muertos espiritualmente: seres egocéntricos, cuando no narcisistas, caprichosos, superficiales hasta la náusea, eruditos en la nada pero ignorantes en lo importante, cuya vida transcurre entre lnsconsciencia, la neurosis y la simple “vida de nadie”, como la película.


Pero una cosa es ser zombi y asumirlo, y otra muy distinta es ser buen o mal zombi. Como dijo el gran Silvio Rodríguez: “Si tu signo es arder, arde con todo, tu camisa, tu patio, tu salud, si tu debes arder de cualquier modo, arde bien, con virtud…” así que ardamos bien, con virtud y seamos zombis integrales, sin trazas de esas cualidades humanas tan detestables (ya sabes, conciencia, amor, compasión, inteligencia, criterio, espíritu crítico, voluntad…) y que en tantos problemas nos meten.


Este artículo nos ayudará a pasar de ser zombis amateurs o semi profesionales, a ser auténticos virtuosos de la muerte en vida. Adelante pues con ello. 


Decálogo:


1. No pensar (cultivar la superficie y la tontuna)


Quizá el consejo más importante sea éste: No pensar. No pensar significa huir compulsivamente de uno mismo, negando al ignorante antonio Machado quien dijo:

"No corras, ve despacio, que donde tienes que llegar es a ti mismo” 

Valiente ignorante. Con esa filosofía jamás llegaríamos a la ansiada zombificación total. Justo todo lo contrario, hagamos cosas compulsivamente, huyamos de la reflexión, de la introspección, de la lectura de libros escritos por no zombis, de cualquier conversación que no verse sobre el tiempo, la salud de no sé qué princesa, con quién me pienso enrollar este fin de semana, o si has visto el vídeo de gatos del youtube (me parto, tía, es que me espiporro viva). 


Seamos adictos a la acción, seamos Sanchos Panza, donde la acidia o pereza espiritual sea el centro de nuestro ser. La limpieza compulsiva del hogar será un recurso siempre disponible, limpiemos hasta que nos sangren las manos, hasta que esos pensamientos oscuros de ser una persona y tal acaben aburriéndose y yéndose. Viajemos como si no hubiera un mañana, salgamos, demostremos al idiota de Pascal que no tenía razón alguna al decir "todos los problemas que tienen los humanos tienen que ver con no poder estar en su casa sin más". Otro qué tal baila. Qué gente.

Tú ya sabes, encefalograma espiritual plano, this is the path.


2. Seguir la corriente (dónde va Vicente…)


Seguir la corriente significa que "Vicente va donde va la gente". Esto ha venido a llamarse de muchas diversas formas, en psicología "dependencia de campo", hay quien lo ha llamado "esnobismo cultural", el filósofo Hegel lo llamó zeitgeist, que se traduce por "espíritu del tiempo".

Seguir la corriente o el zeitgeist es empaparse de los valores culturales actuales, los que están de moda e identificarse completamente con ellos. Al principio podremos tener algún escrúpulo y pensar, por ejemplo, que vivir pegado a un aparato electrónico, o cambiar de pareja cada semana, o ser adicto al trabajo, o vivir obsesionado con la pasta, o masturbarse cada dos horas, o unirse al revival del racismo o fascismo, o ser un pesimista convencido, diciendo que la vida es lo peor, es algo raro o patológico, pero a medida que sigamos con ello, lo normalizaremos, y finalmente, lo veremos como lo que hay que hacer. Lo bueno de que todos estemos enfermos o zombis es que nadie lo está, nadie será considerado. Estaría bueno que el “doctor” al uso, ese que pierde el culo por un poco más, diagnosticara que nuestra cultura está enferma de codicia, avaricia y materialismo.


Y aquí voy a citar algo poco académico, al grupo punk Def Con Dos que en su canción ultramemia dice: 

 

“…No es aconsejable desconfiar del dirigente,

Sagrado timonel de tu destino y tu suerte.

Él piensa por ti para que tú no pienses nada:

Con un cerebro sobra para toda la manada"


Los humanos siempre tuvimos una gran tendencia al bostezo, a dejar de pensar, o pensar el cerebro ajeno, es decir, con un cerebro sobra para toda la manada.

Huye de aquel que dice pienses por ti mismo, de aquel que dice que no sigas normas al pie de la letra, de aquel que dice que no hay que seguir ciegamente al grupo, solo quiere alejarte de nuestra amada zombificación.

Otra opción es “hacerse alternativo”, que es lo mismo pero en sentido contrario, es identificar otro papi más listo que uno, otra corriente que niegue la vida anterior y proponga otra, pero eso sí, con la misma falta de criterio y de personalidad, porque recuerda, lo que distingue a un buen zombi es su falta completa de criterio, su adhesión a alguien que le diga cómo son las cosas y qué ha de hacer.


3. Haz de tu móvil tu vida

 

Hoy en día tenemos una herramienta jamás conocida por la humanidad a la hora de zombificarnos, un aliado, en nuestro afán, increíblemente poderoso, que no han tenido en ninguna otra cultura humana. Es el epítome de la zombificación, el clímax de este proceso de autodestrucción y muerte espiritual, pero tan chulo y tan fácil de conseguir, el político Pepe Mujica dice que si nosotros personalmente no tomamos el rumbo de nuestra vida, será el mercado quien lo tome.

 

Ese arma de destrucción masiva de nuestra mente se llama teléfono móvil. Ese objeto, prodigioso milagro de la tecnología, capaz de ir borrando paulatinamente cualquier atisbo de humanidad a poco que nos dejemos seducir por sus elaboradísimas y excitantes luces, sumergiéndonos en lo que siempre habíamos querido: un mundo donde todas las noticias nos dan la razón, donde todo es fácil, donde la gente es feliz y posa y enseña sus torneados traseros en playas paradisíacas, donde está todo, igual si quieres aprender a hacer cachopos o quieres ponerte a perrear un rato o incluso decir cuatro cosas del restaurante al que has ido y en el que has tenido que esperar casi diez minutos mientras un bebé (sí, un bebé, qué vergüenza) lloraba desconsolado dándote la murga (se van a cagar con la reseña, no te jode).


Si quieres ser un auténtico zombi completo, no lo dudes, haz de tu móvil tu vida (si es que ya no lo has hecho, que vas tarde) y déjate zombificar por ese aparato majestuoso y extraordinario.


4. Pesimismo, nihilismo, creencias medievales y otros recursos interesantes


Un buen zombi no descuida ni deja al azar nada, y mucho menos su filosofía de vida, sobre la que versará su "way of life" (decir todo lo que se pueda en inglés siempre ayuda con el postureo, siempre tan importante en el proceso zombificador).

El pesimismo es una religión muy de moda y de enorme poder para nuestro empeño. En algún momento de nuestra historia, quizás influidos por pensadores más negros que una noche sin luna, entre los que cabe destacar el que yo llamo trío catacroker (Schopenhauer, Nietzsche y Freud), dijimos que aquello que dijo Sócrates “solo sé que no sé nada” no tiene que ver con nosotros. Este sería otro tiempo, nosotros lo sabemos todo, sabemos que la vida es un accidente, que solo hay lo que vemos, que el universo es algo ajeno y brutal y que nada tiene sentido. Allí empezó el estupendo pesimismo. Y es una religión porque es un conjunto de creencias. También se podría pensar que la vida es muy compleja y que apenas podemos aproximarnos a la verdad con nuestra pequeñita mente. Pero eso sería volver a Sócrates y esta es una época de soberbia y de narcisismo, y todo narcisista se cree mejor en todo (el narcisismo es básicamente gritarse a sí mismo “soy el mejor” para no escuchar esa voz interna que dice “eres lo peor, no vales nada”).


El nihilismo, del latín nihil o nada, es la doctrina filosófica que afirma que en realidad, todo es una pantomima, que nada absolutamente tiene sentido, que la vida es un accidente, un fatal accidente ,y que, como decía el “gran” y apreciado Schopenhauer, hubiera sido mucho mejor no existir jamás. Desde esta doctrina tan sensata y tan extendida, el relativismo moral, donde agredir a un niño o cuidarlo no son más que conductas arbitrarias en un universo arbitrario, donde todo absolutamente da igual y es exactamente igual poner una bomba que meditar, el zombi se desarrolla a su gusto.


Si alguna duda surge en la mente, acabemos con ella, si nos preguntamos por las tradiciones espirituales, el yoga, los santos, la música, lo sagrado, la mística, los templos, la compasión, Buddha, Jesús, el amor... digamos alto y claro una de estas dos frases:

-Son expresiones de un animal enfermo y desesperado que no admite su finitud

-Estas son cosas precientíficas, supercherías que nada tienen que ver con las personas modernas y científicas.


Recuerda, lo importante en la zombificación son las vísceras, es creer, creer, creer, si acaso utilizar la razón para justificar nuestras emociones y creencias, pero nunca pensar con la mente abierta, con la mente de buscador (eso ni en broma), el zombi llega a conclusiones extremas llevando la razón hasta el ridículo o simplemente pensando con las vísceras (diría con el culo, pero sonaría feo).


Pero siempre que hay acción hay reacción, y ante este nihilismo fruto de desvirtuar la vida descomponiendo, de un cientifismo donde todo lo que no se puede meter en una probeta y observar con un microscopio simplemente no existe, analizando y descomponiendo todo hasta el tuétano, llevando la razón hasta la sinrazón, la reacción será la contraria, volver a las creencias irracionales, al medievo.


Entonces, negando la mayor, abramos la puerta a toda creencia: el cosmos, la magia, el esoterismo, la brujería, el tarot, las fuerzas ocultas, los extraterrestres que nos abducen, los anunakis, etc. No quiero decir que todo esto son patrañas, la vida es un gran misterio y yo  me siento como Sócrates "que sólo sé que no sé nada", pero sí sé que agarrarse a un clavo ardiendo para evitar ver la realidad no es lo sano. Y sé también, como el gran León Felipe:

 

Yo no sé muchas cosas, es verdad.

Digo tan sólo lo que he visto.

Y he visto:

que la cuna del hombre la mecen con cuentos,

que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,

que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,

que los huesos del hombre los entierran con cuentos,

y que el miedo del hombre...

ha inventado todos los cuentos


Igual que en el caso anterior, la clave de una buena zombificación es la misma, No pensar, no utilizar el sentido común, jamás acercarse a la actitud de buscador; mente abierta pero rigor en la investigación sin olvidar, como decía el Talmud que "no vemos las cosas como son sino como somos". En ambos casos, el nihilista y el crédulo medieval, se parecen más de lo que creen, son creyentes ultraortodoxos de religiones distintas.


5. Afíliate (no hay mayor zombi que el hooligan)

 

Por supuesto que el individualismo generado por las sociedades consumistas, basado en una feroz competitividad, basado en el tener, como diría el gran psicólogo Erich Fromm, es una energía zombificadora de primer nivel, y hemos de agradecerle mucho. Huyamos pues, como aspirantes a zombis, de cualquier asociación que trascienda ese individualismo que hemos mamado.

Ahora bien, una herramienta fundamental en nuestro proceso Zombificador será encontrar nuestro equipo y morir por él, hacernos buenos hoolingans. Igual que encontramos nuestro equipo deportivo, encontremos nuestro grupo de referencia, y volvamos a ceder nuestra mente, nuestras preferencias, nuestro estilo de vida y de pensar a nuestro grupo. En una palabra, pasemos de personas a clichés.


Si nuestro grupo de referencia es el yoga, por ejemplo, comencemos a vestirnos, a pensar, a hacer las cosas que en teoría hacen los que gustan del yoga, hagámonos yoguis a tiempo completo, centremos nuestra vida en el yoga. Hay quien dirá que el yoga es una tradición espiritual, no una forma de vestir ni de esconderse de la vida o de los problemas (bypass espiritual lo llama el psicólogo J. Wellwood). Hagámonos verdaderos frikis del yoga, y pensemos que el yoga es la solución final, todo es como dice el yoga, el yoga es el principio y el fin de todo.

Si en cambio nuestro grupo de referencia es ser de izquierdas, pues lo mismo de lo mismo. Vistamos, comamos, pensemos, digamos y actuemos como hacen los del grupo de referencia, en este caso, ser de izquierdas: Recuerda trascender de persona a cliché. 

Conviene además, rechazar el bando contrario, que todos los males del mundo vienen porque están ellos, los otros, los que piensan diferente.


En cambio, si nuestro club de referencia es la derecha, los valores conservadores, pues exactamente igual, hagámonos más papistas que el papa, proyectemos toda nuestra frustración en esos “locos” reformistas que hablan de igualdad y derechos, y que en realidad son unos ateos peligrosos (“si tanto crees en el reparto de la riqueza, dale tu casa a los pobres” es una buena frase para un zombi de este estilo).


Recuerda por tanto: Déjate de investigar profunda y honestamente, afilíate vitalmente a una ideología, y como dice el refrán: Un tonto sigue una linde, la linde se acaba y el tonto sigue. En este caso, donde pone tonto pon zombi.


6. Pon un poco de pensamiento positivo

 

El pensamiento positivo es la confluencia de varias tendencias humanas, por una parte un deseo de espiritualidad o profundidad pero sin mojarse los pies, es decir sentirse espiritual pero sin trabajo alguno por ello. Tendencia que también es una reacción al cientificismo y a la negatividad de nuestra cultura. Es también un acercamiento a las tradiciones espirituales orientales, pero sin ninguna profundidad, faltaría más, identificado claramente con el  movimiento hippie. Y por último, es también una tendencia a monetizar todo esto, como no podía ser de otra forma en una cultura donde el dinero es el dios indudable y se hace comercio hasta del beso que te da tu madre antes de dormir.


Todo lo anterior lleva a lo siguiente: Un conjunto de dogmas ante los que no se puede dudar (sobre la felicidad, la autoestima, el narcisismo, el cosmos, los chakras, sonreír, etcétera) fundamentado en libros auténticamente terribles (ley de la atracción, leyes esotéricas, cósmicas, mágicas, etc.).

En realidad todo eso no cumple su objetivo, que supuestamente era hacernos más sanos y felices, todo lo contrario, es un escondrijo de cobardes, una forma de negar la realidad, una sibilina forma de estar soñando que estamos despiertos. Y esa exactamente es la doctrina del buen zombi, dormir soñando que se está despierto, no puede haber mejor definición. Por tanto, abracemos el pensamiento positivo, leamos libros chorras escritos por zombis o simplemente por espabilados con ganas de monetizar su “espabile”, vayamos a gurús (por supuesto sin ningún tipo de acreditación o formación seria, ellos están por encima de esas cosas tan terrenales). El pensamiento positivo es una vía directa a la zombificación, no escatimemos en utilizarla.


7. El tener

 

“La avaricia y la paz se excluyen mutuamente” dijo el anti zombis Erich Fromm, ante quien huiremos compulsivamente. Este autor habla de ese materialismo zombificador en su libro “Tener o ser”, libro que jamás leerás y si es que ves algún ejemplar, quémalo de inmediato. Para él, el tener no tiene ningún mal si es con sentido común. Pero en el momento que identificamos dinero o posesión a felicidad o placer a felicidad (hedonismo) estamos perdidos. Entonces surge la hormiga o la rata que en alguna medida también somos, nos hacemos pequeñitos y mezquinos, dejamos de darle importancia al ser, a las relaciones, a cultivarse para acumular y ser seres tan despreciables como aquel Felix Grandet, de la gran novela de Balzac Eugenie Grandet, que todo excepto el vil metal nos dé exactamente igual, hasta convertirnos en pseudo humanos. Ejemplos de esto no faltan: desde Jordan Belfort, el lobo de Wall Street, hasta cualquier ejemplo que puedas ver hoy mismo si buscas en Google escándalo financiero. Verás zombis auténticos, como los que nosotros queremos ser, diciendo sin decirlo, como diría el paradigmático señor Burns de los Simpson: “tengo mucho, pero lo cambiaría todo por un poco más”.

El materialismo y la avaricia, camino seguro para el zombi.


8. Patologías y cosas pendientes (yo soy así, qué le vamos a hacer)


Un buen zombi tiene mucho pendiente en su vida y en su psique y eso le hace mucho de su trabajo como zombi. 

Llevará, es obvio, su infancia a cuestas, con todas sus contradicciones, carencias emocionales, introyecciones varias, malos hábitos, etc.

Llevará las experiencias deformantes a flor de piel, todo aquello que le haya hecho sentir muy mal y que le condiciona, que tapará bajo siete toneladas de tierra psicológica y un afán para huir de ello como de la peste.


Una de las actitudes más fundamentales del zombi se puede resumir en una simple frase “yo soy así”. Y como soy así, pues nada, soy así, soy lo que soy. 

Un buen zombi jamás verá posibilidad de mejora, jamás tendrá en cuenta eso de la plasticidad ni hará caso alguno a aquellos ejemplos de superación o cambio.


Ante el cambio o la evolución posible, un buen zombi adoptará una de estas dos posturas:


Actitud zombi 1: el cambio es imposible, somos como somos y punto, nacemos con una altura determinada, un color de ojos y una personalidad concreta. La evolución es tan sensata como querer que una roca sea blanda.


Actitud zombi 2: (del pensamiento positivo o la filosofía new age): el cambio SÍ que es posible y de hecho, es muy sencillo. Solo tienes que cambiar tu mirada, sonreír donde antes no lo hacías, ver que la vida es todo bondad y que todo es posible y está en tu mano.


En la segunda actitud, se ha confundido, como suele ser en las filosofías new age, posible con sencillo, con lo cual en ambas actitudes concluimos que trabajar en uno mismo de forma comprometida es una tontería y no vale para nada, en la primera porque nos diremos que es un tiempo perdido, cambiar es imposible, en la segunda, porque el cambio no requiere esfuerzo, es solo querer, desear, sonreír y, si acaso, mirarse al espejo y decirse una frase positiva al uso (eres la más guapa y la más espiritual y todo va bien- por ejemplo)


9. Todo en la teoría (cuidado con la ascesis)

 

Algo importante en un buen zombi es que, aunque llegue a alguna conclusión o su mente se empeñe en decir algo con sustancia (puta mente), lo deje en la teoría. 

Esto, afortunadamente, también es muy fácil en nuestra cultura donde comprendimos hace mucho que “todo está en las palabras, todo está en el conocimiento”. Con saber algo basta, saber algo mentalmente vale. Habrá algún idiota de turno que dirá que pensando en bombilla no tendremos más luz y que imaginando un bocata de chorizo (qué rico) no saciaremos nuestra hambre. Para a estos listillos. Queremos ser zombis y un buen zombi sabe o quiere saber que la teoría lo es todo y que la ascesis, esto es, el conjunto de disciplinas y ejercicios que nos podrían hacer cambiar realmente, es algo execrable y como zombis hemos de huir de ello.

Hemos de comprender que si estás bajo de forma y quieres cultivarte en ese aspecto, precisarás un plan que has de tomarte muy en serio. En cambio, para evolucionar como persona ni plan ni serio ni p. en vinagre, la teoría vale y se sobra.


10. Una buena adicción nunca sobra

 

Y como último consejo, para ser un buen zombi no te puede faltar una buena adicción. Puede ser una escandalosa, una que llame la atención, tipo alcohol, drogas, etc. O puede ser una más sutil, incluso una bien vista como la adicción al trabajo (que adicción tan rentable, oye).

Centra tu vida en el móvil, los videojuegos o las redes sociales (el mundo zombi nunca podrá agradecer a esta tecnología su contribución). Y si no, hazte adicto a una persona, convéncete de que SOLO con ella podrás ser feliz y que SOLO y exclusivamente él o ella te entenderá y amará. O si no, hazte adicto al sexo, muy común hoy día, y ves ascendiendo en tu adicción a necesitar cosas más heavys y duras hasta acabar quién sabe dónde. O, y esto sí que no puedes decir que sea difícil, hazte adicto al dinero, como tantos en nuestra cultura, o si no, hazte adicto a la terapia, busca un “buen” terapeuta que te diga “mientras estés conmigo, nada tienes que tener”

Un buen zombi es un buen adicto y viceversa. Y punto pelota.


Un final made in zombi

 

Con todos estos consejos llegarás sin duda a tu objetivo, e incluso sin ellos también, porque como dije al principio, nuestra cultura es una inmensa máquina de fabricar zombis.

Has de saber que la vida de zombi parece fácil y lo es, salvo porque a veces te pueden asaltar pensamientos o emociones humanas (pero aquí te hemos dado herramientas para combatirlas). Puede que al final de tu vida mires para atrás y no te guste lo veas pero, no te arrepientas, has elegido la vida de muerto viviente y eso has tenido.

El gran idiota Tagore dijo: “no entendemos la vida y luego decimos que nos engaña”, ni caso, el zombi elige esta vida de mierda y la vive, bueno, en rigor habría que decir “la muere”.

Acabo con unos versos del gran poeta César Vallejo que escribió seguramente pensado en nosotros, los muertos vivientes:


Poema LXXV – Estáis muertos


Estáis muertos.


Qué extraña manera de estarse muertos. Quienquiera diría no lo 

estáis. Pero, en verdad, estáis muertos, muertos.


Epílogo

 

Este no pretende ser un artículo pesimista ni demasiado ácido. En realidad, hay una vida posible fuera de la zombificación; una vida de lucha por no caer en ello, de lucha sagrada por vivir en mindfulness, atento y consciente, aunque todas esas palabras hayan caído en manos zombis y cada vez signifiquen menos hasta que en un tiempo no signifiquen nada de nada. Afortunadamente hay muchos no zombis en este mismo planeta, si no fuera por ellos, la vida humana tal vez no existiría. Pero como dice la canción: “no son buenos tiempos para la lírica”, con lo que la mayoría acabemos engrosando las filas de los bostezantes, hipnotizados por las luces como un conejo en la carretera. Pero que sepas que esto no es todo lo que hay, si alguna vez, como decía Lao Tse, te hartas de tu enfermedad, esto es, la vida zombi, que sepas que hay una vida auténtica, aunque puede ser que como tantos jamás tu nariz la huela siquiera.


Jose Bravo

 

 

 

 

 

 

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