En este artículo publicado en El País hace unos días, el famoso psicólogo cognitivo Stephen Pinker, autor de numerosos libros muy exitosos y de corte muy optimista respecto a la historia y al progreso, nos habla sobre su reciente conferencia en Barcelona. En esta conferencia, es fiel a su forma de pensar y presenta un mundo y un progreso, que como se decía antiguamente a los alumnos de la educación primaria, progresa adecuadamente, vamos por buen camino. Para refrendar sus argumentos, expone una serie de datos sobre la mejora de la calidad de vida conforme el tiempo ha pasado, como el aumento de la esperanza de vida, la disminución del hambre y la pobreza, o la mejora del tratamiento de ciertas enfermedades.
Respecto a esta conferencia, en la línea de sus libros que nos hablan de nuestros errores cognitivos o depreciación y de cómo las cosas son mejores de cómo las vemos, tengo algunas cosas que decir:
1.- El doctor Pinker argumenta que uno de los grandes males de estos tiempos es el exceso de información. Desde luego que tiene toda la razón al decir que lo negativo y dramático vende, eso lo saben bien los medios de comunicación, lo mostró extraordinariamente el gran director Billy Wilder en una película clásica llamada en español “ El Gran Carnaval”, llamada originariamente "Ace in the hole”. Lo negativo vende, el drama engancha, desde luego. podemos hacernos una idea muy negativa si toda nuestra información proviene de los medios de comunicación y no la contrastamos con una experiencia vital que la ponga en contexto. Aquí se nos puede venir a la mente la típica mujer mayor muerta de miedo y sintiéndose en un mundo en el que, si no te asaltan, te violan o te bombardean, es por pura casualidad. He leído muchas veces que los índices de criminalidad en Europa han disminuido increíblemente y a la vez la sensación de inseguridad ha aumentado también exponencialmente, seguro que tiene que ver con los medios de comunicación. Ahora bien, dicho esto, estoy rotundamente en contra de lo que propone el doctor Pinker, dejar de informarse, más bien habría que tener cuidado o comprender este peligro de la toxicidad de los medios, pero en absoluto me siento solidario con esa idea tan New Age de apagar la tele y la radio y los periódicos y dejar de ver “lo negativo” para acercarnos así a “la positividad”. No puedo ver nada más insolidario, Poncio-pilatesco y egocéntrico que no interesarse por la situación de nuestro entorno. Me viene a la memoria una viñeta del genial Quino donde Susanita, aquella amiguita tan superficial de Mafalda, viendo el periódico con muchos dramas decía: “qué mal está el mundo, afortunadamente el mundo está tan lejos”. Cuando hace unos años, o incluso ahora mismo, Argentina está sufriendo tanto, me pregunto si esa Susanita vería el mundo y sus problemas tan lejos.
2.-Ser sensatamente optimista es algo positivo; en un mundo tan lleno de pesimistas, de amargados crónicos, fieles discípulos del infame filósofo Schopenhauer, por ejemplo, o del poeta Lord Byron, o de tantos otros, incapaces de ver cómo proyectan su amargura en el mundo y lo tiñen con sus propias patologías, ver la vida y el mundo en positivo es algo sano. Me gusta que el doctor Pinker rebata con argumentos ese fatalismo, ese sentir que “La humanidad no es más que una basura, que las personas somos monos enfermos, accidentes terribles del universo vacío y cruel”. Eso está muy bien. Ahora bien, en mi opinión, el doctor Pinker también se pasa de optimista. Decir que vamos por buen camino me parece una burrada.
3.- Desde luego que hay muchos puntos o facetas en las que hemos mejorado como humanidad, en mi opinión, menos de las que presenta el doctor Pinker. Conocemos de sobra, bien nos lo muestran los políticos y otros manipuladores a diario, como las cifras y los números pueden dar una visión u otra según cómo los presentemos. Por ejemplo, podríamos decir que desde el 2020 al 2024 hemos reducido la mortalidad por enfermedad, sobre todo en la gente más mayor, drásticamente. Eso es un dato, pero lo hemos sacado de contexto, pues no hemos dicho que en el 2020 hubo una pandemia que arrasó con mucha gente.
4.- A veces un “buen optimista” es más peligroso que un mal pesimista. Como digo, yo creo en el optimismo racional, en ese, como se dice en psicología, es capaz de formar una “profecía autocumplida”, es decir, que nuestros propios planteamientos y nuestra forma de ver las cosas influye en cómo resultan estas cosas. Por supuesto que estas ideas se han llevado al extremo en las ideologías y teorías New Age hasta el punto del ridículo, como la famosa Ley de la Atracción y otras burradas similares. En ese sentido el doctor Pinker es un optimista peligroso, pues decir que hemos mejorado en muchas cosas es lícito y sensato, pero decir que estamos en buen camino y que sigamos así es un auténtico suicidio.
5.- Me parece más sensato que ver la foto estática, basada en estadísticas frías, ver la dinámica, dónde va el vector de la vida humana y de la humanidad en sí, en ese sentido, el doctor Pinker no tiene en cuenta varios de los brutales problemas que asolan la humanidad y que nos pueden llevar al desastre sencillamente. Los problemas que no tiene en cuenta y que en mi limitada visión veo son:
- Crisis climática; ya es una evidencia que casi ni los terraplanistas o los creacionistas pueden obviar, el clima se está pervirtiendo a pasos agigantados, no hay más que investigar un poco sobre ello para comprobarlo. La gran periodista Naomi Klein en su libro “En llamas” habla de este inmenso peligro, y aunque dice que en muchos lugares se están haciendo muchas cosas, también dice que es claramente insuficiente y que el riesgo de caos absoluto está más cercano de lo que nos parece.
- Problemas políticos: sí, siempre fue un clásico que los políticos fueran más un problema que una solución, pero en esta época parece agravarse aún más. El mayor problema político es la tendencia, no en los políticos en sí, que también, sino en las sociedades, a apoyar posiciones xenófobas, racistas, populistas, brutales, sin ver las consecuencias y el fondo de esas ideologías apocalípticas. El nacionalsocialismo alemán de Hitler y compañía llegó por vías democráticas al poder. Se sabe o se entiende que la sociedad alemana, desesperada por condiciones de vida durísimas derivadas de la Primera Guerra Mundial, se vio tentada a elegir la barbarie, y así lo hicieron. Pero ahora son otras condiciones totalmente distintas, no se puede creer que las opulentas Austria, Suecia, la genial Italia o la reivindicativa Francia sean países llenos de desesperados que no tienen nada que perder y que se dejan seducir fácilmente por discursos de odio. Precisamos otra explicación; y la que yo doy, en mi limitado conocimiento, es la de ver cómo en este Occidente vamos derivando hacia una tecnificación y un vacío cada vez más bestial. No hay una encuesta o estudio sobre salud mental más amplio y verdadero, en mi visión, que las elecciones donde estos grupos y partidos demenciales consiguen un apoyo increíble. Otro gran problema es la desigualdad económica, que, como bien se expresa en el libro “Capitalismo” del economista Niño Becerra, hace décadas va en aumento. Hoy se podría decir que el mundo es cada vez más propiedad de unos pocos.
- El problema de la tecnología: como dice el extraordinario libro “Clics contra la humanidad”, nunca la humanidad ha tenido un objeto de “idiotización” tan poderoso y tan extendido como tenemos hoy en día. Ese instrumento o artefacto, como llama Fritz Perls a la persona moderna, es un instrumento muy común, seguramente estés leyendo este artículo en él; el teléfono móvil. Desde este instrumento con tal poder para idiotizarnos y desde instrumentos que profundizan en esa idiotización, como las redes sociales y los videojuegos, nos abocamos al fin de la capacidad de atención, al fin de la introspección y, por consiguiente, al fin de la sensatez y a la autodestrucción. Desde luego que no se trata de condenar el móvil o tirarlo a la basura, se trata de darse cuenta del grado de perversión al que nos puede llevar.
- El problema de los valores; y aunque lo dejo para el final, me parece el más importante de todos. Tiene que ver con la configuración de la persona moderna como un ser acomodado, como el antibuscador, una persona profundamente condicionada por los antivalores de la avaricia, el individualismo extremo, el materialismo, el egoísmo y el egocentrismo, y la cultura del yo. La falta de valores humanos y de humanismo es el problema de los problemas en nuestro tiempo. Afirmo rotundamente que la cultura moderna es una fábrica de desquiciados, de ególatras, de personas insolidarias, caprichosas, dependientes, adictas. En este caso sí que devenimos a esos monos enfermos que a los que tanto se referían ciertas filosofías pesimistas, seres incapaces de amor o compasión, seres colonizados por los tres venenos que la filosofía budista temía: odio, ignorancia y apego, seres en ese hedonismo radical contra el que nos prevenía el gran psicólogo Erich Fromm. La sensatez, el equilibrio, el humanismo, la profundidad, la sensibilidad, la solidaridad son valores absolutamente anacrónicos, sustituidos por ese hedonismo, ese ”qué hay de lo mío” o “qué es lo que puedo sacarte”.
Dicho todo esto, y como digo sintiéndome optimista, pues creo que podemos salir de esto y que además, aunque no podamos cambiar el mundo podemos cambiarnos y mejorar personalmente, para tal vez cambiar al mundo o al menos, si no hay solución, morir dignamente, como hacen los personajes de la película ”Don't look up” (perdón por el spoiler). Es verdad que existe mucho bien en el mundo y que el mal o lo terrible hace más ruido, pero también es verdad que no precisamos psicólogos ni intelectuales que nos digan que todo está bien, que sigamos tranquilos, en mi falible opinión, pienso todo lo contrario, que nos digan que hemos de abrir los ojos y que hoy en día es increíblemente sencillo tener una vida de mierda pues la cultura es en gran medida eso, sin obviar que hay muchas cosas buenas y muchos avances, como hace el doctor Pinker.
José Bravo
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